sábado, 5 de diciembre de 2009

Revolución, primeros pasos, primeros problemas / Ignacio Ramonet - 100 Horas con Fidel



Ignacio Ramonet
Cien Horas Con Fidel

Capítulo 10
Revolución, primeros pasos, primeros problemas

Uno de los reproches que se le hizo a la Revolución, en los primeros años, es que se dice que hubo un comportamiento agresivo, un comportamiento represivo contra los homosexuales, que hubo campos de internamiento donde los homosexuales eran encerrados o reprimidos. ¿Que me puede usted decir sobre ese tema?

En dos palabras, usted está hablando de una supuesta persecución a los homosexuales.

Yo le debo explicar de dónde nace eso, por qué nace esa crítica. Le puedo garantizar que no hubo nunca persecución contra los homosexuales, ni campos de internamiento para los homosexuales.

Pero hay bastantes testimonios sobre eso.

Que tipo de problema se produjo? Nosotros, por aquellos primeros años, nos vimos envueltos en una movilización casi total del país, ante los riesgos de agresión inminente por parte de Estados Unidos que realmente tuvieron lugar: guerra sucia, invasión de Girón, Crisis de Octubre. En toda aquella etapa hubo muchos presos.

Se creó el servicio militar obligatorio. Nos encontramos con tres problemas: la necesidad de un nivel escolar para prestar servicio en las Fuerzas Armadas, debido a la tecnología sofisticada, porque tú no puedes entrar con segundo, tercero o sexto grado, tenías que tener por lo menos siete, ocho o nueve grados, y después más. A algunos hombres teníamos que extraerlos de las universidades e incluso utilizar a muchos graduados. Para manejar una batería de cohetes tierra-aire tenían que ser graduados universitarios.

En ciencias, me imagino.

Usted lo sabe muy bien. Eran cientos de miles de hombres, todo eso afectaba las distintas ramas, no solo los programas de preparación, sino también ramas importantes de la economía. Había personas que no tenían capacidad y el país necesitaba de ellas por la gran sustracción que se hacía a centros de producción. Ese era un problema a enfrentar

Había a su vez algunos grupos religiosos que, por principio o por doctrina, no aceptan la bandera o no aceptan las armas. Eso a veces lo tomaba alguna gente como pretexto para crítica u hostilidad.

Por último estaba la situación de los homosexuales, que no eran Llamados al servicio militar. Usted se encuentra con problemas de resistencia fuerte contra los homosexuales, y al triunfo de la Revolución, en esa etapa de que estamos hablando, el elemento machista estaba muy presente en nuestra sociedad y prevalecían aún ideas contrarias a la presencia de los homosexuales en las unidades militares.

Estos tres factores determinaron que no se les llamara a las unidades militares; pero adicionalmente aquello se convertía en una especie de factor de irritación, ya que eran excluidos de tan duro sacrificio y algunos usaban el argumento para criticar aún más a los homosexuales.

Con aquellas tres categorías de los que por una razón o por otra estaban excluidos, se crearon las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), donde participaban personas de las categorías mencionadas. Eso fue lo que ocurrió.

¿No eran campos de internamiento?

Esas unidades se crearon en todo el país y realizaban actividades de trabajo, principalmente de ayuda a la agricultura. Es decir, no afectaba sólo a la categoría de homosexuales, aunque si ciertamente a una parte de ellos, a los que eran llamados al servicio militar obligatorio, una obligación en la que estaba participando todo el mundo.

De ahí nace el problema, y es cierto que no eran unidades de internamiento, ni eran unidades de castigo; al contrario, se trataba de levantar la moral de los que ingresaban en esas unidades, presentarles una posibilidad de trabajar, de ayudar al país en aquellas circunstancias difíciles. Estaban también muchas personas que por razones religiosas tenían la oportunidad de ayudar de otra manera a la patria; prestaban el servicio no en las unidades de combate, sino en unidades de trabajo, e incluso recibían en el orden material los mismos beneficios que cientos de miles de reclutas incorporados a las Fuerzas Armadas en virtud del Servicio Militar.

Claro, después, en una visita realizada a Camaguey, recorriendo uno de sus planes agrícolas, conocí de la distorsión en algunos lugares de la idea original, porque no te puedo negar que había prejuicios con los homosexuales. Indique personalmente revisar este tema. Aquellas unidades apenas duraron tres años.

Más adelante, después de superadas las deficiencias iniciales, surgió nuestro prestigioso Ejército Juvenil del Trabajo que tiene ya más de 30 años de fundado. Sus integrantes realizan una preparación militar previa y el resto del tiempo lo dedican a producir para la población. Han laborado en la construcción de viviendas, de escuelas, la reparación y construcción de vías férreas y otras tareas de carácter económico y obras de infraestructura. También ha sido decisiva su participación en la producción agrícola en aquellas regiones donde existe déficit de fuerza de trabajo. Su meritorio papel en los momentos difíciles del período especial, les ha ganado el reconocimiento del pueblo.

¿Usted considera que esos prejuicios eran un aspecto del machismo?

Era una cultura, pasaba igual con otros sectores. Sí le puedo decir que jamás la Revolución promovió esos prejuicios; al contrario, la Revolución promovió la lucha contra distintos tipos de prejuicios. En relación con la mujer había prejuicios, y muy fuertes, y con relación a los homosexuales también. Yo ahora no voy a defenderme de esas cosas; la parte de responsabilidad que me corresponda la asumo. Ciertamente yo tenía otros conceptos con relación al problema. Tenía opiniones, y más bien me oponía instintivamente y me habría opuesto siempre a cualquier abuso, a cualquier discriminación, porque aquella sociedad emanada de la injusticia estaba saturada de prejuicios. Ciertamente los homosexuales eran victimas de discriminación. En otros lugares mucho más que aquí, pero en Cuba sí eran discriminados. Hoy, una población mucho más culta, más preparada, ha ido superando esos prejuicios.

Debo decirle, además, que había —y hay— destacadísimas personalidades de Ia cultura, de la literatura, figuras muy prestigiosas en muchas ramas del conocimiento, que eran o son homosexuales, y han gozado y gozan, a pesar de los prejuicios, de gran consideración y respeto en nuestro país. No hay que pensar en sentimientos generalizados. En los sectores más cultos y más preparados existían menos prejuicios contra los homosexuales. De modo que Ia discriminación y el machismo son hoy y lo serán cada vez más inversamente proporcionales al nivel de cultura y conocimiento de nuestros compatriotas.

¿Usted piensa que se han combatido eficazmente los prejuicios contra los homosexuales?

Me gustaría pensar que la discriminación contra los homosexuales es un problema que está siendo superado, y así lo percibo. Confío en ello como confío en que nuestro pueblo será pronto uno de los pueblos más cultos, más sensibles y justos del mundo. Viejos prejuicios y formas estrechas de pensar irán quedando atrás.

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