sábado, 2 de enero de 2010

La Nueva Ley de Protección de Animales... de rapiña

Por Michele Todd
Valga la redundancia, la razón de ser de una ley de protección animal es protegerlos. Protegerlos, principalmente, del mercado negro, las ventas ambulantes, la tenencia bajo condiciones inadecuadas, el abandono, la experimentación sin fines médicos, y los espectáculos (tradicionales o no) que atentan contra su dignidad, su salud física y emocional, y hasta su vida.

Entonces, ¿para qué crear una ley con ese nombre, que permita todo esto? Se invirtieron dos años de discusiones para, finalmente, perder el objetivo primordial, quedando sólo algunas regulaciones que benefician, a fin de cuentas, los intereses económicos de los comerciantes de animales y organizadores de espectáculos, verdaderas bestias de rapiña. Y tal vez hasta de algunos funcionarios asociados a ellos en el presente o que podrían beneficiarse en un futuro, ya que hasta el Diario VEA tiene una columna permanente sobre las corridas de toros.

Es absurdo que los propios agresores y explotadores de los animales discutieran sobre los derechos de aquellos, actuando como juez y jurado, mientras las organizaciones defensoras de los animales sólo jugaban el rol del abogado ¿Es eso acaso un proceso realmente participativo y justo? Más bien, es como si una empresa maderera dictaminara su propia sentencia ante un delito ambiental cometido por ella, sin importar los alegatos de los defensores de los árboles sin voz.

Esa es la forma en que pretenden formar a nuestros niños para la construcción del “hombre nuevo”: mostrándoles animales enjaulados, maltratados, degradados a bufones; enseñándoles que somos superiores a ellos, que están allí para nuestro uso y que su vida no vale. Aprendizaje que será aplicado, sin duda, al resto de la naturaleza, e incluso a otras personas que sean consideradas inferiores.

Los gobernantes venezolanos tienen mucho que aprender de la hermana Bolivia, primer país latinoamericano en prohibir los circos con animales, y actualmente en camino de elaborar una verdadera ley de protección animal. Evo Morales, además, declaró en Copenhague que “los derechos de la Tierra están por encima de los derechos de la humanidad”.

Indignación y vergüenza es lo único que arroja al proceso revolucionario la aprobación de esta nueva ley que, lejos de ser revolucionaria, es puramente mercantilista. Hasta El Imperio, que protege a los bancos antes que a sus ciudadanos, cuenta con leyes y servicios de protección animal admirables. Pero la Venezuela Bolivariana ha puesto en una bandera los intereses económicos de algunos grupos y ha publicado su hazaña.

LECTURA MÁS QUE RECOMENDADA, OBLIGATORIA:

Crítica del desarrollismo: ecología, política y cambio de civilización.

Autor: Francisco Javier Velasco Páez

Artículo publicado en:
A PLENA VOZ Revista Cultural de Venezuela
Nº41 Abril de 2008 pp.41-43


http://www.scribd.com/doc/6799446/APV41-Final

(*)Lic. en Estudios Ambientales

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